A partir de aquí, poco a poco al principio pero después de forma rápida y contundente, el Estado, con la ayuda de los comunistas del PSUC, se rehízo y fue desmantelando una tras otra las conquistas revolucionarias de aquellos primeros días del “corto verano de la anarquía”.
La militarización y el mando único, la sustitución de los comités locales por consejos municipales, la disolución de los comités de abastos, la censura creciente en periódicos, las campañas desde el PSUC y la UGT, dominada cada vez más por los estalinistas, contra el POUM y las colectividades, los enfrentamientos ya declaradamente armados con víctimas mortales, el asalto a los controles fronterizos controlados por la CNT, etc., crearon entre las bases un clima de intranquilidad creciente. Ya en enero del 1937, los Comités de Defensa de barrio y las Juventudes Libertarias, manifestaban abiertamente su malestar por la actitud pasiva y colaboracionista de la CNT-FAI en el gobierno. A principios de abril el Grupo 12 del Comité de Defensa de Gracia proponía, con aprobación del pleno local de Grupos Anarquistas en la propia casa CNT-FAI de Barcelona: “1º Retirar todos los hombres que actualmente ocupan sitio en los estamentos oficiales gubernativos; 2º Ir a la constitución de un Comité Revolucionario Antifascista para la coordinación de la lucha armada contra el fascismo; 3º Socializar inmediatamente la industria, el comercio y la agricultura; 4º Ir a la implantación del carnet de productor. Poner en práctica la movilización general de todos los hombres capacitados para el manejo de las armas y de las herramientas de trabajo para el frente y la retaguardia; 5º Y por fin hacer sentir a todos y a cada uno el peso inflexible de la disciplina revolucionaria como garantía de que los intereses de la revolución social no se pueden burlar en vano”.
El día 3 de Mayo a las
14,45 h., esperando que por ser la hora de la comida no encontrarían tanta
reisistencia, el comisario general de Orden Público Eusebi Rodríguez Salas, del
PSUC, cumple la orden del conseller del Interior, Artemi Aiguadé, de ERC, de
asaltar con tres camiones llenos de Guardias de Asalto el edificio de
Telefónica de Plaza Catalunya controlada por los confederales. Los trabajadores
de la CNT del primer piso, sorprendidos, son desarmados, pero los de arriba,
alarmados, oponen una feroz resistencia, utilizando una ametralladora desde la
azotea.
La confrontación que se venía barruntando estalla entre los dos bandos: ERC, PSUC y UGT, junto a los cuerpos de seguridad republicanos, por un lado; y la CNT-FAI, Juventudes Libertarias y POUM, por el otro. De forma espontánea y sin seguir las directrices de la organización se levantan barricadas en los barrios obreros y principalmente en Las Ramblas, a la vez que se declara la huelga general.
La tarde del 3 de Mayo, el secretario del comité regional Valeri Mas, con algunos otros anarquistas, se presentó en el despacho de Tarradellas, para pedirle la inmediata retirada de las fuerzas de Asalto que intentaban ocupar la Telefónica. Tarradellas, y luego Artemi Aiguadé, al que también visitaron, se hicieron los sorprendidos y pretextaron que ellos no habían dado la orden de ocupación de la Telefónica.
Esa misma noche se reunieron, en la Casa CNT-FAI, el Comité Regional de la CNT y el Comité ejecutivo del POUM para tratar sobre la situación. Tras un análisis en profundidad por parte de los poumistas; Valeri Mas, en nombre del CR de la CNT, agradeció a Nin, Andrade y Solano "la agradable velada"(!), repitiendo varias veces que el debate y la discusión habían sido muy interesantes, y que habrían de repetir la experiencia. Pero sin decidir ninguna postura en común ni llegar a acuerdo alguno. Los dirigentes anarquistas con Valeri Mas al frente creían que era suficiente con "haber enseñado los dientes" a los estalinistas y republicanos, y que una vez demostrada la fuerza de la CNT no se atreverían a ir más allá.
Ante la negativa de Companys a destituir a los que dieron la orden del asalto el día 4 se endurecieron los enfentamientos, a pesar de los llamamientos repetidos a la calma de los "ministros anarquistas".
Por la tarde desde el Palau de la Generalitat García Oliver lanza por radio su patético discurso conocido como "la leyenda del beso":
"¡Camaradas! Por la unidad antifascista, por la unidad proletaria, por los que cayeron en la lucha, no hagáis caso de provocaciones. No cultivéis en estos momentos el culto a los muertos. Que no sean los muertos, la pasión de los muertos, de nuestros hermanos caídos, lo que os impida en estos momentos cesar el fuego. No hagáis un culto a los muertos. […] Todos cuantos han muerto hoy son mis hermanos; me inclino ante ellos y los beso. Son víctimas de la lucha antifascista y los besos a todos por igual"
Las bases obreras, en concreto los comités de defensa de barriada, las
Juventudes Libertarias, la agrupación "Los amigos de Durruti", y el
propio partido del POUM, a pesar de sus deseos, ya empezaban a entrever la
imposibilidad de una victoria, ya que la misma dirección cenetista
no estaba por ello sino todo lo contrario, el plano político era muy confuso y
la posible respuesta de las columnas anarquistas armadas supondría el
hundimiento de los frentes.
El día 5 el
Presidente Companys, para calmar la situación y ganar tiempo, disuelve el
gobierno y propone la formación de uno nuevo con la CNT, la Esquerra, PSUC y
Unió de Rabassaires. El representante de la CNT será Valeri Mas como Conseller
d'Economia i Serveis Públics, entrando en ese doble juego envenenado que sería
tan letal para los anarquistas y poumistas que se batían en la calle. El mismo
día 5 no se puede constituir el nuevo gobierno, pues Antonio Sesé, miembro del
PSUC fue asesinado cuando se dirigía a tomar posesión del cargo. Los comunistas
acusarán a los anarquistas, aunque luego se comprobará que el trayecto escogido
estaba cubierto por "fuego amigo".
En estos días no todos los muertos lo serán en los enfrentamientos sino que habrán claros asesinatos "políticos" como el de los anarquistas italianos Berneri y Barbieri, sacados de su casa por un grupo de comunistas armados, o el asesinato de Alfredo Martínez, dirigente de las Juventudes Libertarias cuando pretendía negociar con las Juventudes del PSUC, o los doce militantes de JJLL de Sant Andreu, torturados, asesinados y abandonados en el cementerio de Cerdanyola.
El combate continuó sin interrupciones hasta el 6 de mayo, cuando ambos bandos
mantenían ya una actitud mayormente defensiva. El día 6 hubo un armisticio,
pero la lucha no tardó en reanudarse, pues los guardias civiles hicieron
intentos prematuros de desarmar a los trabajadores de la CNT. Al día siguiente
muchos obreros comenzaron a abandonar las barricadas por propia iniciativa.
Decepcionados rompían sus carnets del sindicato.
El día 7, anarquistas y poumistas liberaron a los contrarrevolucionarios presos pero no sucedió lo mismo con el otro bando. También llegan a Barcelona los guardias de asalto, enviados por el gobierno de Valencia, que desfilan de forma chulesca por el Paseo de Gracia. Companys cede el control del orden público y las Patrullas de Control, que serían definitivamente disueltas el 6 de Junio, se ponen a las órdenes del delegado de Orden Público especial enviado por las autoridades de la República.
Ese día 7 se constituye el nuevo y reducido gobierno de la Generalitat,
aplazado por la muerte de Sesé y se consuma para muchos la traición a la
revolución de Julio del 36. Los obreros van siendo desarmados y se inicia el
hostigamiento a las Juventudes libertarias y del POUM.
El 8 se vuelve a la “normalidad” y se empiezan a desmontar las barricadas de los revolucionarios, en cambio las del PSUC y del Estat Català se mantienen desafiantes y tardan en hacerlo.
La prensa de la época calculó el número de muertos en 500 y aunque recientemente algún estudio “documentado” ha reducido esta cifra a algo más de 200 al contar sólo las defunciones registradas, muchos historiadores no lo tienen en cuenta por lo relativo del dato.
El 17 de Mayo el gobierno central de Largo Caballero es sustituido por el de Negrín y el control del poder cae en manos de los comunistas. En Barcelona el cónsul soviético Antonov-Ovsieyenko actúa como correa de transmisión de Stalin dirigiendo la persecución contra el POUM. Curiosamente en Octubre, él mismo, víctima de una purga, sería fusilado.
El 16 de Junio Nin fue detenido por la policía, junto con otros dirigentes del POUM. Intentando arrancarle una autoconfesión de que "trabajaba" para los nacionales fue llevado a Madrid, es salvajemente torturado y posteriormente asesinado.
La confrontación que se venía barruntando estalla entre los dos bandos: ERC, PSUC y UGT, junto a los cuerpos de seguridad republicanos, por un lado; y la CNT-FAI, Juventudes Libertarias y POUM, por el otro. De forma espontánea y sin seguir las directrices de la organización se levantan barricadas en los barrios obreros y principalmente en Las Ramblas, a la vez que se declara la huelga general.
La tarde del 3 de Mayo, el secretario del comité regional Valeri Mas, con algunos otros anarquistas, se presentó en el despacho de Tarradellas, para pedirle la inmediata retirada de las fuerzas de Asalto que intentaban ocupar la Telefónica. Tarradellas, y luego Artemi Aiguadé, al que también visitaron, se hicieron los sorprendidos y pretextaron que ellos no habían dado la orden de ocupación de la Telefónica.
Esa misma noche se reunieron, en la Casa CNT-FAI, el Comité Regional de la CNT y el Comité ejecutivo del POUM para tratar sobre la situación. Tras un análisis en profundidad por parte de los poumistas; Valeri Mas, en nombre del CR de la CNT, agradeció a Nin, Andrade y Solano "la agradable velada"(!), repitiendo varias veces que el debate y la discusión habían sido muy interesantes, y que habrían de repetir la experiencia. Pero sin decidir ninguna postura en común ni llegar a acuerdo alguno. Los dirigentes anarquistas con Valeri Mas al frente creían que era suficiente con "haber enseñado los dientes" a los estalinistas y republicanos, y que una vez demostrada la fuerza de la CNT no se atreverían a ir más allá.
Ante la negativa de Companys a destituir a los que dieron la orden del asalto el día 4 se endurecieron los enfentamientos, a pesar de los llamamientos repetidos a la calma de los "ministros anarquistas".
Por la tarde desde el Palau de la Generalitat García Oliver lanza por radio su patético discurso conocido como "la leyenda del beso":
"¡Camaradas! Por la unidad antifascista, por la unidad proletaria, por los que cayeron en la lucha, no hagáis caso de provocaciones. No cultivéis en estos momentos el culto a los muertos. Que no sean los muertos, la pasión de los muertos, de nuestros hermanos caídos, lo que os impida en estos momentos cesar el fuego. No hagáis un culto a los muertos. […] Todos cuantos han muerto hoy son mis hermanos; me inclino ante ellos y los beso. Son víctimas de la lucha antifascista y los besos a todos por igual"
![]() |
García Oliver "discurseando" |
En estos días no todos los muertos lo serán en los enfrentamientos sino que habrán claros asesinatos "políticos" como el de los anarquistas italianos Berneri y Barbieri, sacados de su casa por un grupo de comunistas armados, o el asesinato de Alfredo Martínez, dirigente de las Juventudes Libertarias cuando pretendía negociar con las Juventudes del PSUC, o los doce militantes de JJLL de Sant Andreu, torturados, asesinados y abandonados en el cementerio de Cerdanyola.
![]() |
Cadáveres de militantes libertarios |
El día 7, anarquistas y poumistas liberaron a los contrarrevolucionarios presos pero no sucedió lo mismo con el otro bando. También llegan a Barcelona los guardias de asalto, enviados por el gobierno de Valencia, que desfilan de forma chulesca por el Paseo de Gracia. Companys cede el control del orden público y las Patrullas de Control, que serían definitivamente disueltas el 6 de Junio, se ponen a las órdenes del delegado de Orden Público especial enviado por las autoridades de la República.
![]() |
Guardias de asalto desfilando provocativamente |
El 8 se vuelve a la “normalidad” y se empiezan a desmontar las barricadas de los revolucionarios, en cambio las del PSUC y del Estat Català se mantienen desafiantes y tardan en hacerlo.
La prensa de la época calculó el número de muertos en 500 y aunque recientemente algún estudio “documentado” ha reducido esta cifra a algo más de 200 al contar sólo las defunciones registradas, muchos historiadores no lo tienen en cuenta por lo relativo del dato.
El 17 de Mayo el gobierno central de Largo Caballero es sustituido por el de Negrín y el control del poder cae en manos de los comunistas. En Barcelona el cónsul soviético Antonov-Ovsieyenko actúa como correa de transmisión de Stalin dirigiendo la persecución contra el POUM. Curiosamente en Octubre, él mismo, víctima de una purga, sería fusilado.
El 16 de Junio Nin fue detenido por la policía, junto con otros dirigentes del POUM. Intentando arrancarle una autoconfesión de que "trabajaba" para los nacionales fue llevado a Madrid, es salvajemente torturado y posteriormente asesinado.
![]() |
Andreu Nin |
LOS HECHOS EN GRÀCIA
El Comité de Defensa de la CNT de Gràcia, en
los primeros momentos se presentó en el local central de JCI, las Juventudes
del POUM, una la planta de la “casa Fuster”, que ocupaban desde la revolución
de julio y se formó una especie de comité de enlace que en poco tiempo obtuvo
el control de Gracia y también de una parte del norte de Barcelona. Las fuerzas
de la Guardia Nacional Republicana (ex-Guardia Civil) de Gràcia habían
entregado las armas. Las fuentes historiográficas del POUM y de las Juventudes
son muy claras en esto, aunque la situación de la barricada en la calle Ros de
Olano, al lado del Centre Moral que ocupaba el PSUC da a entender que sí que
hubo cierta resistencia. Hay que decir que la prensa confederal siguiendo el
interés “oficial” de la CNT de acabar los enfrentamientos cuanto antes, censuró
o mintió, sobre lo que estaba pasando en las calles de toda la ciudad.
El local de la sección de Gracia del POUM estaba en la calle de Córcega, casi esquina con Diagonal. Desde allí y hasta la entrada de la calle Salmerón, lo que son Jardinets, había montada una gran barricada que dominaba la plaça Pi i Margall, “Els cinc d’oros”, defendida por militantes del POUM y anarquistas , y donde el Comité de Defensa del barrio montó una ametralladora, allí según Fernández Jurado hubieron 2 muertos y varios heridos. Al otro lado, donde había estado el consulado alemán, los anarcosindicalistas alemanes exiliados del DAS, montaron otra barricada.
La participación de revolucionarios extranjeros en los sucesos de Mayo fue importante, sobre todo de italianos y alemanes. También se mostraron activos “Los Amigos de Durruti” que según Balius contaban con 4.000 o 5.000 simpatizantes, un buen número en Gràcia, pero que parece que sólo llegaron a sacar a la calle varios cientos. Los comités de defensa de barrio se sintieron directamente tocados por la traición de sus cúpulas, en cambio las Juventudes Libertarias fueron, entre las filas anarquistas “oficiales”, las que más decididamente lucharon hasta el final e incluso una vez terminado el combate animaron a reanudarlo. Ahí estaban las Juventudes Libertarias de Gràcia llamando en su manifiesto “a los auténticos revolucionarios”: “Sería un vil escarnio a los compañeros caídos en las luchas sangrientas contra toda esa fauna, que admitiéramos un nuevo pastel preparado por los políticos, cuando solamente los revolucionarios que empuñamos las armas tenemos la palabra. Si los compañeros enquistados en nuestros Comités no tienen la suficiente energía para seguir para seguir adelante destituyámoslos y nombremos un Comité Revolucionario capaz de ello. ¡ Compañeros o ahora o nunca!”.
El local de la sección de Gracia del POUM estaba en la calle de Córcega, casi esquina con Diagonal. Desde allí y hasta la entrada de la calle Salmerón, lo que son Jardinets, había montada una gran barricada que dominaba la plaça Pi i Margall, “Els cinc d’oros”, defendida por militantes del POUM y anarquistas , y donde el Comité de Defensa del barrio montó una ametralladora, allí según Fernández Jurado hubieron 2 muertos y varios heridos. Al otro lado, donde había estado el consulado alemán, los anarcosindicalistas alemanes exiliados del DAS, montaron otra barricada.
La participación de revolucionarios extranjeros en los sucesos de Mayo fue importante, sobre todo de italianos y alemanes. También se mostraron activos “Los Amigos de Durruti” que según Balius contaban con 4.000 o 5.000 simpatizantes, un buen número en Gràcia, pero que parece que sólo llegaron a sacar a la calle varios cientos. Los comités de defensa de barrio se sintieron directamente tocados por la traición de sus cúpulas, en cambio las Juventudes Libertarias fueron, entre las filas anarquistas “oficiales”, las que más decididamente lucharon hasta el final e incluso una vez terminado el combate animaron a reanudarlo. Ahí estaban las Juventudes Libertarias de Gràcia llamando en su manifiesto “a los auténticos revolucionarios”: “Sería un vil escarnio a los compañeros caídos en las luchas sangrientas contra toda esa fauna, que admitiéramos un nuevo pastel preparado por los políticos, cuando solamente los revolucionarios que empuñamos las armas tenemos la palabra. Si los compañeros enquistados en nuestros Comités no tienen la suficiente energía para seguir para seguir adelante destituyámoslos y nombremos un Comité Revolucionario capaz de ello. ¡ Compañeros o ahora o nunca!”.
Ya a primeros de 1938 con el POUM
ilegalizado, un capitán polaco de las brigadas internacionales León Narwicz,
agente del SIM y del NKVD intentaba infiltrarse de nuevo en el partido. Las fotografías
que había hecho un año antes de los militantes poumistas habían sido decisivas
para su identificación a la hora de detenerlos e iniciar la vasta campaña
represiva, ahora de nuevo, creyéndose a salvo había contactado con dos jóvenes
militantes pensando proseguir con su misión, pero ignoraba que ellos estaban
sobre aviso, ellos eran de los grupos de acción del POUM, los GABOCS. Habían
quedado en un descampado de la calle Legalitat de Gràcia, a la altura de Alegre
de Dalt, cuando llegaron a su altura le pegaron tres tiros en la cabeza. Era su
venganza, pequeña seguro que pensaron comparada con la oleada de persecución y
muerte generada por los estalinistas. Uno de ellos era Albert Masó, vecino de
Gràcia, que después en Francia desarrolló una interesante militancia política y
durante la transición intentó reconstruir el partido.
Texto: Javier Bou
![]() |
El cadáver de León Narwicz |
Texto: Javier Bou
No hay comentarios:
Publicar un comentario